20 de julio de 2010


El peso de la historia cae sobre ella, pero sin embargo ahí sigue erguida, valiente, desafiando un vendaval más. Ella lo ha visto todo, pero nunca se ha sentido como ahora, ella, que ha enterrado Reyes, que ha vivido momentos de gloria, ahora poco menos que se ve abocada al olvido. La gente pasa por delante de sus puertas sin apenas prestar atención a las décadas de historia que mantienen sus contrafuertes. Es triste verse en esta situación en la que apenas unos pocos acólitos la visitan, en la que solo los feligreses habituales traspasan sus arcos de entrada para dejarse llevar y ser observados por las esculturas y pinturas que guarda su interior. Por eso, cuando una joven pareja motivada por el gusto de ser parte de la historia, la visitan por el mero hecho de mimetizarse con sus bajos relieves, por escuchar el eco de su viejo órgano, ella, aunque nadie se da cuenta, sonríe y se ilumina.

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