17 de abril de 2012

Esas pequeñas e inseparables costumbres mías

Parece mentira como te condicionan esas pequeñas rutinas que te hacen ser quién eres. Mientras las tienes no te das cuenta, son automáticas, naturales y con ellas las vida funciona, tú funcionas, todo a tu alrededor marcha. Me refiero a aquellas cosas que te dan seguridad, como coger el teléfono cada vez que pasa cualquier cosa para escribirte, o llamarte o lo que se tercie, y poder comentar contigo las cosas, sean del matiz que sean.

A mi eso me da una tranquilidad, el mero hecho de saber que pase lo que pase puedo contar contigo, aunque no sea como me gustaría y siempre tenga que depender del móvil. Pero quizás, y por otro lado, gracias al teléfono móvil puedo comunicarme en el acto y trasmitirte lo que deseo.

Parece mentira que un aparato tan pequeño te pueda hacer tan dependiente, hasta el punto de mirarlo de forma irracional cada escasos minutos, aún sabiendo que no vas a recibir nada.

Son costumbres, que casi podríamos tildar de manías e incluso de rituales, pero que sinceramente me dan la vida. La sensación de soledad de tener algo que contar y no poder hacerlo es algo tremendamente triste.

Y en realidad no es por dependencia al celular, qué va, es por dependencia a ti, porque te he echado tanto de menos que no sabría explicártelo, aunque sé que lo entiendes. Todas esas pequeñas cosas que hacemos juntos, escuchar tu voz, reinos juntos, escuchar que tal tu día, quejarme que de es lunes y me tengo que ir a trabajar, escribirte por Internet solo para decirte que te quiero una vez más, saber de ti casi en tiempo real. Sí, físicamente puedo vivir sin ti, pero sin brillo, siendo una persona totalmente distinta de ojos caídos, parco en palabras y mirada perdida, porque no tengo a nadie que renueve mis ganas e ilusiones cada noche antes de irme a dormir, que ordene mis pensamientos, que escuche mis desvelos y anhelos.

Necesito cada día ese soplo de vida que me da escucharte en tus aciertos y errores cotidianos, o compartir contigo nuestro futuro, o simplemente tontunear diciendo una sarta de despropósitos y sin razones que no nos llevan a ningún sitio, pero que nos unen en nuestras risas e ingenio.

Vaya Beatriz, que ya lo sabía, pero ahora es una certeza gigante… NO PUEDO/QUIERO ESTAR SIN TI… me niego a pasar ni un día más de los estrictamente necesarios separados de ti. Por que tú me haces ser quién soy, me haces sentir feliz, retroalimentas mis ganas de ti, de nosotros, de creer y crecer juntos, de vivir aventuras.Cultivas ese amor que cada día es más tangible y real…y sobre todo porque contigo estoy cómodo y soy esa persona que más me gusta ser, la que forma parte de un algo con un sentido y un fin que desaparece si tú no estás.

Quédate a mi lado princesa, te quiero mucho más de lo que podría expresar.

13 de abril de 2012

Todo lo que se puede soñar...

Respirar tranquilo y ver que todo está en su sitio, que todo funciona. Parece todo tan genial que se asemeja a un sueño pero, día tras día, al despertarse el día le devuelve una visión inapelable que le indica que es cierto, que todo aquello que un día fue un bonito sueño, ahora es una increíble realidad.

Respirar y ver que es cierto, que nada se ha movido, la casa, los adornos, su espléndido Golden, su preciosa chica. A veces duda de que aquella época de sueños, en la que la realidad era bien distinta, ocurriese de verdad. Pero los recuerdos le advierten de que sí lo fue, un episodio difícil de su vida, donde los sueños eran sueños únicamente, y solo de vez en cuando se cumplían.

Hoy sus anhelos son otros, no menos importantes, pero sí más llevaderos, porque los comparte, como la cama y las comidas, y eso es lo que siempre había deseado. Ahora no está solo, tiene alguien con quién luchar y por quien luchar, quizás no es muy ambicioso, pero es lo que él deseaba, el resto era y es secundario e irá llegando.

Todo lo que se puede soñar se puede lograr, o eso dicen, así que qué prisa tiene. Él es una fábrica de ideales y sueños por sí mismo, y cuenta con un fértil hogar donde cultivarlos, por lo que solo le queda esperar a que empiecen a crecer y dar frutos, que visto lo visto por su propia experiencia, si se persevera se consigue.

Mientras tanto a seguir disfrutando de los éxitos de aquellos sueños, hoy cumplidos en una verdad tangible que respira, y que le mira desde el otro lado de la mesa con una sonrisa cómplice.