15 de junio de 2010


En uno de los puntos más altos del centro de Madrid se encuentra un ángel coronando un majestuoso edificio, muestra de las glorias pasadas, de estética grandilocuente, anacrónico con la época que nos ha tocado vivir.Sus adornos dorados indican su grandeza, casi podríamos decir su majestuosidad, que lucen incluso cuando el resto de la ciudad llora, cuando los cielos no brillan y hasta las estatuas se intentan cubrir del frio. Es en esos días grises cuando parece que, con mayor motivo, él, impertérrito, se eríge para que una transeunte observadora invierta el tiempo en observarlo, en disfrutarlo y bautizarle como su edificio preferido de Madrid.

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