5 de febrero de 2011

Volver a empezar.

Eh tú, sí tú. Esto va para ti. ¿Qué te pensabas que ibas a acabar conmigo? ¿A caso te pensabas que ibas a hundirme, que iba a volver arrastrándome y inundada en lágrimas? No, tío no, no te voy a dar ese placer, no te concederé esa satisfacción.
No te lo voy a negar, eras muy importante para mí, y sí, me gustabas mucho y estaba dispuesta a hacer lo que fuera por estar contigo. Pero hoy me he dado cuenta de que no mereces la pena. Hoy me le levantado pensando que si me has dejado escapar es porque eres tan estúpido que no has sabido valorar lo que tenías delante, no has sabido calibrar lo que yo era y sobre todo, no has podido apreciar lo que puedo llegar a ser.

Habría hecho cualquier cosa por ti, habría ido hasta donde tú me dijeras y te habría dado todo lo que necesitases. Pero tú no. Tú preferiste dejarme, tarde mal y nunca, como un cobarde y largarte con esa imbécil, que no sabe ni atarse los zapatos. Tú preferiste el polvo fácil a los paseos, preferiste la superioridad que concede la ignorancia, porque nunca soportaste que yo supiera, que tuviera curiosidades, nunca me entendiste bien. Tú siempre has deseado a alguien que no te hiciera sombra, que acatase y callase, que obedeciera sin cuestionar, y, mira por donde, diste conmigo.

Eres un capullo por no saber que yo sí te quería, de verdad. Pero sobre todo por no ver que mujeres como yo no hay muchas. Algún día te arrepentirás por haberme hecho esto, y no, no sufras, no me voy a vengar. Te arrepentirás porque me verás pasear del brazo de alguien con una sonrisa de oreja a oreja, esa que tú nunca has querido ver, que nunca has potenciado y por ende nunca has provocado. Me verás satisfecha, feliz, radiante porque él me hace sentir así, porque él hace que saque lo mejor de mí y valora cada cosa que hago, digo o pienso. Pero no te preocupes, que por desgracia no serás el último que le haga eso a una mujer. No eres el primero que engaña a una mujer, ni el último que lo hará. Pero no vas a hacer que pierda la confianza en el amor. No será tú el causante de que pierda la ilusión por la felicidad. ¿Y sabes por qué? Porque no te mereces ni eso. Ni un mínimo pensamiento, ni bueno ni malo, solo la indiferencia.

Que sepas que te estoy muy agradecida, porque me has enseñado mucho, me has enseñado lo que no quiero, lo que no busco, lo que no deseo, y has potenciado que saque de mí lo mejor, lo que ignoraste, lo que intentaste reprimir. En realidad agradezco que me dejases, porque ahora soy libre y tengo toda la vida para vivirla como deseo. Ahora soy libre, ahora soy YO.

Lo siento por la descerebrada que te aguante, yo desde hoy pienso ser una mujer feliz, que solo estará con aquel que me valore y disfrute con todo lo que soy. Buena suerte, aunque no te lo mereces.

No hay comentarios:

Publicar un comentario