29 de agosto de 2011

Sabes que nunca es demasiado tarde para apuntar hacia las estrellas, independiente de quien seas o lo que hayas hecho en tu vida.
Entonces haz lo que tengas que hacer, porque no puedes retroceder ni un segundo en esta vida. No dejes nada en tu camino, porque nunca estará en tu mano el tiempo. Aprende a apreciar las pequeñas cosas, basta con sólo desearlo.

Espero que estés disfrutando de Francia, te extraño.

18 de agosto de 2011

Acércate.


Acércate. Venga vamos acércate. No tengas miedo. Eso es. Despacio. Con calma, pero segura. Deja que te acaricie, que te roce con mis uñas. Despacio. Poniéndote el bello de punta. Acércate y rózame ligeramente. Sin prisa pero sin pausa. Vete desabrochando los botones de mi camisa mientras me acerco a tu cuello. Quéjate en un susurro. Recorre mis hombros mientras observas mi torso. Deja que juegue con la goma del tirante del sujetador. Sufre la falta de intimidad cuando te mire a los ojos con todas las intenciones. Permite que te levante la camiseta. Despacio. Rozando cada milímetro de tu cuerpo hasta que te la quite. Acércate más si cabe. Siente tu piel contra mi piel. Tus latidos con mis latidos. Nuestra única respiración. Déjate llevar por la tentación. No pienses. Solo siente. Empújame hasta la cama. Ponte encima cual felina. Házmelo pasar mal. Sedúceme con tus susurros al oído. Deja que juegue con tu pelo. Desnúdame y deja que te desnude. Gira conmigo de lado a lado de la cama. Acércate hasta que no quepa ni el aire. Tócame. Suspira. Pierde el control de ti misma. Deja que te domine, que te agarre las muñecas por encima de la cabeza y te bese lentamente por los brazos. Cómeme mi boca. Permíteme ir despacio, saboreando el sabor de tu cuerpo. Siente mis músculos en tensión. Agárrame con las piernas y apriétame hacia dentro de ti. Piérdete entre el nudo de brazos, piernas y dedos jugando. Disfruta el clamoroso silencio. Ponme los pelos de punta. Acércate más. Haz lo que desees hacer. Sin tapujos. Sin tabúes. Sin represión. Suéltate y desbócame. Acelera el ritmo. Las pulsaciones. Los gemidos. Únete a mi lengua. Aráñame la espalda. Deshazme. Revuélcame. Piérdete. Olvídalo todo. No hay un antes. Ni un después. Solo un ahora, medido por segundos. Mueve la cadera, despacio. Deja que haga lo propio. Trasládame al paraíso. Hazme tuyo. Vuela conmigo. Grita. Agárrate fuerte…
Ahora recupera el aliento. Acércate a mi pecho. Observa los estragos que has causado. Ríete. Llora si es preciso. Suspira. Relaja. Disfruta del sabor de la verdadera felicidad.

¿De verdad le merezco?


Pero ¿Porqué está conmigo? Ella, mientras le miraba desde una prudencial lejanía, solo podía pensar eso. ¿Que ha visto él en mí? ¿Qué embrujo irracional le ha llevado a desear estar conmigo? Seguro que en algún momento el hechizo se pasará y todo habrá acabado, o mejor aún, seguro que en cualquier momento sonará mi despertador. Mírale, ahí tan guapo, tan elegante y a la vez tan sencillo y discreto, tan pequeño y adorable. Mírale cómo escucha atentamente, dirigiendo sus bonitos ojos azules directamente a los ojos de su conversador, cómo se esfuerza en hacerse un hueco entre mis amigos para hacerme feliz. Podría pasar completamente, otros lo hicieron con anterioridad, pero sin embargo él ahí está, dispuesto, con su mejor sonrisa, tranquilo, tímido, pero empezado en conseguirlo.

¿Qué ha visto en mi? ¿Que le lleva a esforzarse diariamente para meterse en mi mundo, para agradar a mis padre y a mi hermana, para encajar conmigo y con mis circunstancias a la perfección? Porque es lo que él hace, todos los días se calza su invisible mono de trabajo y se esfuerza en cada momento en hacerme la vida más fácil y lo mejor de todo…siempre sin dejar de ser él.

¿Qué le puede llegar a atraer de mi cuerpo? ¿ o de mi humor tontorrón y simple? ¿Cómo lo hace para interesarse motu propio de todas y cada unas de mis aficiones? Le da igual ver conmigo un concierto, o escucharme disertar durante inmensos ratos sobre aspectos de la música que hasta el no sabía siquiera que existían. No le importa relacionarse con el mundo del deporte, o del cine, o de mi literatura.

Allí sigue, aguantando el tipo, sólo por mí. Hoy por hoy, en este mundo egoísta nadie lo haría, nadie está dispuesto a entregar su tiempo por nadie, sin pedir nada a cambio. Y él…uy, me ha mirado…ohhhh mira ese guiño cómplice, consigue que se me caiga el alma a los pies.

¿De verdad lo merezco? ¿Merezco que constantemente esté preocupándose por mi, que sea mi constante agenda, mi Pepito grillo? ¿Merezco que constantemente me haga sentir que soy alguien especial? Porque eso es lo que hace creando siempre a su alrededor un mundo íntimo y fantástico, donde el resto no importa. Un mundo para los dos, cargado de emociones, recuerdos, aventuras, planes…de Vida. Y yo a cambio ¿Qué hago por él? ¿Es suficiente un poco de fotografía y un poco de arte?...Dios esto está muy descompensado y yo salgo ganando.

Vale, es cierto, yo tengo otras cualidades pero... ¿son suficientes?
Él es lo que siempre soñé: alguien cariñoso y soñador, con el suficiente ahínco para tener los pies en el suelo si es necesario. Es maduro, pero no aburrido. Es fresco y espontáneo, aunque algo tímido. Es constante, amable, sabe ceder, y no tiene miedo a entregarse. No se avergüenza de mí (aunque a veces podría) y demuestra cada día que le importo, Me entiende, me apoya, me defiende. Me regaña si caigo en mi constante vagantería, y me exhorta para que me supere. Me ayuda a ser mejor persona, me demuestra fidelidad, me da todo lo que tiene. Sabe querer sin invadir. Me agasaja constantemente con sus regalos, sus detalles, sus frases cargadas de significado y sus contentes muestras de amor. Es…perfecto.

No sé si de verdad le merezco, pero tengo claro que mientras esta suerte inexplicable me siga bendiciendo en forma de hombre, haré todo lo que esté en mi mano para no dejarle escapar, porque una oportunidad así solo pasa una vez en la vida, y esta es la mía…Uy se acerca…ahí viene…tanto tiempo y aún me pongo nerviosa...No sé, pero creo que esto sí es amor.

12 de agosto de 2011

Desde lo alto



Desde lo alto de su torre de cristal vigila el infinito. Altanero, distinguido, elegante y autosuficiente se yergue sobre la ciudad que le ha visto crecer. Por fin allí. Tanto tiempo anhelando esas vistas panorámicas, no tanto por la belleza de las mismas sino por lo que ello conlleva, por el despacho que le alberga.

Ha sido duro, pero ha llegado. Con mucho esfuerzo, con muchos sacrificios, pero con gran ambición por fin consiguió el lugar soñado. Con tan solo 51 años ya es el máximo mandatario de su empresa, el mundo está a sus pies y ya nadie puede arrebatárselo.
Tranquilo, disfrutando del momento, se pasea por los 65 metros cuadrados de su oficina particular, revisando que cada cosa esté en su lugar, acorde con su filosofía de vida, meticulosa y pulcra.

Observa con detenimiento, la pared de los trofeos, donde relucen los títulos, las orlas y menciones de honor que acumula en su palmarés, todos ellos perfectamente encuadrados por los mismos marcos, así como alguna instantánea de sus trinfos en el largo camino que ha recorrido hasta llegar hasta este momento, pero ni una foto personal.

Mientras juega con los botones de su carísimo e impoluto traje, dirige su mirada hacia el teléfono, pero no suena, nadie le felicita. Tampoco hay cartas encima de su escritorio, ni emails en la bandeja de entrada que se congratulen de su gran hazaña.

Se recuesta sobre el sillón y una pregunta le martillea la cabeza ¿… Y ahora qué? Desde muy joven ha tenido muy claro cual era el paso siguiente: La carrera, el master, el docotrorado, las prácticas en la empresa, ascender de puesto, mejor empresa, seguir ascendiendo… siempre calculando el tiempo, proponiéndose metas y trabajando para alcanzarlas, pero este era su techo, ha llegado a la cima y ¿Ahora qué?

Se sirve una copa de Coñac. Ya es tarde para hacer nuevos amigos, con los que preparar cenas en las fiestas y recordar las vivencias pasadas, y por desgracia ya no le quedan amigos a los que acudir y con los que marcarse metas, por que los fue sacrificando todos a favor de su trabajo. No había dudado nunca en pisar a un compañero para trepar un puesto, ni en dejar plantado a un amigo si el trabajo le necesitaba, lo que le granjeó una durísima soledad.

Tampoco tuvo tiempo para cultivar el amor, las escasas relaciones siempre se truncaron por la falta de tiempo y de atención. Jamás supo lo que era querer a alguien que no fuera su oficina, aunque sí lo que era sentirse querido. Había sido una bonita época mientras duró con aquella chica…¿Cómo se llamaba? ¿Patricia, Rebeca…o era Julia? No lo recordaba porque enguanto ella quiso dar un paso más el hulló a otra ciudad con la perfecta excusa de un cambio de destino, donde dejó que el amor se extiguiera sin mayor remordimiento.

Pero bueno, siempre le quedaría la fami… Bueno quizás no. Sus padres habían fallecido en apenas dos años aunque no recordaba mucho. Con su padre no se hablaba y su relación siempre había sido tensa, hasta el punto que no acudió al funeral porque debía de cerrar un importante trato que le reportaría un ascenso. Y su madre era aquella persona molesta que siempre llamaba en el momento más inoportuno, y siempre mientras trabajaba. Su hermana ya no le hablaba porque jamás se ha dignado a hacerle a un regalo a sus hijos, ni a acudir a una cena familiar.

Se volve a incorporar e inicia un paseo por la cristalera de su despacho, con la mirada perdida en la lejanía. Pega la cabeza al cristal y una extraña idea se le pasó por la cabeza: ¿…y si salto?
Abrie las ventanas de su balcón e inhala el aire proveniente de la ciudad, rebosante de vida, esa vida que él no tiene con quién disfrutar. Retrocede unos pasos. Una lágrima se escapa de su pupila y resbala por su cara. Mira al cielo. Mira al horizonte. Nadie llorará su perdida. Entonces arranca en una carrera desesperada, cubierto de lagrimas y al llegar al borde de la barandilla… salta.

…Cubierto de sudor se despierta en su habitación y acalorado busca la mano de ella que instantáneamente le mira con cara de preocupación:
- ¿Pasa algo? ¿Parece que en lugar de 25 años tienes 51?
- No nada tengo que hacer una llamada que se me había olvidado… Por cierto ¿te parece que esta tarde quedemos con Jaime y estos? Así vemos a la vieja tropa.

Enciende el móvil. Baja al salón con una sonrisa que intenta enmascarar la angustia que acaba de pasar, se dirige hacia la ventana desde donde solo alcanza a ver la casa del vecino. Marca apresurado. Un tono, dos tonos…

-Hola Mamá, solo era para deciros que os quiero mucho. Recordadlo siempre pase lo que pase y díselo a Papá.